La principal barrera de protección frente al exterior podemos llegar a pensar que es la piel. Y sí, la piel es la frontera real y visible que tiene nuestro cuerpo para proteger nuestro interior del exterior; sin embargo, no es nuestra principal barrera defensiva, aunque sí física junto a las mucosas. Dichas mucosas son nuestros agentes físicos protectores frente a las interferencias exteriores y, de entre ellas, una de las más importantes es la mucosa intestinal. La adecuada respuesta de nuestro sistema inmunitario pasa por aportar los micronutrientes necesarios y adecuados que agilicen dicha respuesta, y para ello el adecuado estado de las mucosas resulta crucial.
La biodinámica interna necesita de los convenientes sustratos. El hecho de recomendar una dieta equilibrada rica en antioxidantes, libre de azúcares refinados y alimentos procesados, con un bajo nivel de consumo de alcohol e incluso nulo, así como eliminar la ingesta de bebidas azucaradas a favor de beber agua o infusiones, resulta lógico si queremos que nuestro organismo funcione como una maquinaria compleja pero eficiente como lo que es. Contribuir a la integridad de las mucosas pasa por aportar vitaminas y minerales concretos, del mismo modo que a medida que se avanza hacia el interior de nuestro organismo y la dinámica de nuestros sistemas se sofistica, éste necesita principios activos concretos pero a la vez combinados para que dicha dinámica interna sea lo más ágil y eficaz.
Llegados a este punto y frente la amalgama de complementos nutricionales que el mercado nos proporciona, debemos ponernos de frente a la naturaleza y reflexionar sobre lo que ella nos ofrece y, en concreto, lo que nos ofrece el mar. El mar a pesar de estar maltratado de forma continua por el hombre, nos brinda un rico elemento, sencillo pero asimismo rico en nutrientes: el agua de mar. Se conoce su uso terapéutico desde hace miles de años. Las antiguas culturas mesopotámicas y egipcias ya usaban sus beneficios desde el año 5000 a. de C.
El aporte de minerales que suministra el agua de mar resulta equivalente al contenido de éstos contenidos en el plasma sanguíneo, lo que hace del agua de mar el sustrato clave para un adecuado funcionamiento sistémico. En este sentido, el sistema inmunitarioresulta adecuadamente beneficiado pues precisa de minerales y oligoelementos como el zinc, el cobre, el selenio, el magnesio o el manganeso, contenidos en las cantidades adecuadas en el agua de mar, para asegurar una correcta respuesta celular, una presentación precisa del antígeno que pueda llegar a invadir nuestro organismo y, por último, una correcta respuesta bioquímica.